Recuerdo…lejanos recuerdos de mi juventud…En estos se mezcla de una manera imborrable una imagen: el tren.
En un pueblo como el que me crié, Pehuajó, todo dependía del paso de ese coloso de acero, el tren. La vida giraba en torno a la estación…
Quiero imaginar que el tren pasara otra vez por esa vieja estación.
Tengo la imagen viva en mi mente de verlo pasar con mis ojos de niño con su enorme carga. Todos los niños del pueblo corríamos para verlo pasar. El gigante se movía imponente, el ruido a su paso.. estridente…Miles de pasajeros recorrían caminos de otro modo difíciles de atravesar. Unía pueblos entre sí.
Viajar en el tren era de por si emocionante, te llenaba los labios de alegría. Los pueblos crecían alrededor de la estación. En sus bodegas venía el correo. Eran épocas en que la comunicación era lenta…no existía el celular, el email…raro era que una familia tuviera un teléfono. Las cartas lo eran todo. Te traían noticias dulces como amargas de seres queridos que estaban lejos. Las encomiendas traían sorpresas…Subían y bajaban pasajeros. Para las fiestas traían música de otros pueblos, pues los amigos y familiares viajaban en él siempre con asado con cuero y vino en barriles como el “Barbera”, “Bataglia” “Vino Toro” para festejar y para los niños un jugo que venía en botella con una bolita que gustabamos sacudir para que el jugo se esparciera y la “Vidú” por supuesto.
Se preparaban las canchas de bochas y de futbol para jugar con los visitantes…y así pasaban los días…Pueblo chico pero el corazón de sus habitantes era gigante. Pueblo humilde pero alegre
El tren llenaba de alegría al pueblo, era su corazón. El pueblo latía al compás de su andar.
Hoy el tren no está…cambió todo. Los jóvenes ya peinan canas. Muchas ilusiones terminaron…
Pero mis sueños no… siguen vivos… yo sueño con volver a oir el sonido del tren en Pehuajó
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